SANTO DOMINGO: Desde hace años, los residentes de la avenida Cayetano Germosén y sus alrededores han vivido una situación inaceptable e inhumana con respecto a la falta de agua potable. A pesar de los continúos reclamos, la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) no ha ofrecido una solución efectiva a este problema que pone en peligro la dignidad, higiene y calidad de vida de las personas.
Es inconcebible que en pleno siglo XXI, en una ciudad como Santo Domingo, cientos de familias deban vivir en condiciones tan precarias. La ausencia de un suministro de agua constante y de calidad ha convertido sus vidas en una lucha diaria por lo esencial. Sin agua, no se puede mantener una higiene adecuada, lo que expone a la comunidad a riesgos de salud innecesarios. Esta situación les roba un derecho básico y los obliga a vivir en condiciones indignas.
Los esfuerzos para conseguir agua se han convertido en un calvario diario. Han tenido que recurrir a métodos alternativos, como la compra de botellones de agua para la higiene y la cocina, ya que, no llega el agua ni para llenar los tinacos. Esto representa un gasto adicional de 1000 pesos diarios aproximadamente, que muchas familias no pueden costear más los camiones para llenar cisternas, la cual se vacía de inmediato. Esta carga financiera y emocional es inaceptable y debe ser resuelta de inmediato.
La CAASD y su representante, el señor Fellito Suberví, quien ha hecho un gran trabajo en otros sectores, deben tomar medidas y acciones urgentes y concretas para resolver esta crisis. Es necesario que se realice una evaluación exhaustiva de la infraestructura existente y se implementen las reparaciones necesarias para garantizar un suministro de agua continúo, justo y de calidad. Esa comunidad no puede seguir esperando; su salud mental y su dignidad están en juego.
Hacemos un llamado a las autoridades competentes para que escuchen nuestro clamor y actúen con la responsabilidad que esta situación demanda. La falta de agua potable no es sólo un inconveniente; es una violación a nuestros derechos básicos como ciudadanos.
Es hora de que la CAASD cumpla con su deber y nos brinde a todos la dignidad y la calidad de vida que merecemos.
Por Jen Sánchez